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Terapias energéticas: la ciencia de lo invisible

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Venimos del paradigma newtoniano, del materialismo científico. Lo que básicamente significa que creemos en lo que vemos –tocamos, olemos, oímos o saboreamos. Es decir, reconocemos aquello que percibimos a través de nuestros sentidos. Y eso pese a que en ocasiones, nos hemos podido llevar una sorpresa. Los trampantojos son un ejemplo ilustrativo de percepciones erróneas.

No obstante, hemos aceptado, gracias a inventos como el microscopio, que nos permite ampliar la capacidad de nuestros ojos, que hay una realidad más allá de la “frontera” de lo apreciable a “simple vista”.

Aún nos resistimos a aceptar lo que no vemos. Nos suena extraño el término “energía” entendido dentro del contexto de la salud. Nos sigue remitiendo a algo “esotérico” y poco fiable. Sin embargo, a día de hoy, contamos con el trabajo que brillantes científicos –algunos de ellos galardonados con el premio Nobel– han desarrollado a lo largo de todo el s.XX hasta el momento actual. Un legado que nos permite afirmar sin ningún pudor que la energía forma parte no sólo de la naturaleza humana, sino de la de cualquier ser vivo. A decir verdad, nada nuevo si tenemos en cuenta que muchas culturas orientales llevan aplicando estos principios desde hace milenios… pero escribo desde nuestra mentalidad occidental. Es más, el avance de nuevas tecnologías ha posibilitado medirla con absoluto rigor y precisión, hasta el punto de hacer una reconstrucción y visualizarla a través de determinados softwares …fascinante! verdad?

El rol de la energía

Pero ¿cuál es el papel que juega esta energía en nuestro organismo? ¿qué relevancia puede tener este “descubrimiento”? La respuesta es difícil expresarla en pocas palabras, pero intentaré ser lo más breve y gráfica posible. La energía es lo que dirige, ordena y controla el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de nuestro organismo. Es el lenguaje que “hablan” nuestras células. Es lo que hace, por poner un ejemplo sencillo, que en la evolución de un feto una célula termine formando parte del hígado y otra, parte de un hueso. Cada partícula, cada célula, cada órgano, cada tejido y cada sistema vibran en una frecuencia determinada y, como ocurre en una orquesta en la que cada instrumento tiene una partitura diferente, al final todas las frecuencias se armonizan en una melodía colectiva común. La energía es la directora de la orquesta. Y si en algún momento se rompiese esta coherencia, si un “instrumento” desafinase terminaría traduciéndose en una enfermedad.

El estudio del campo electromagnético humano ha revelado que somos sensibles a muchos factores, unos externos y otros internos. Lo sorprendente, aunque nos cueste creerlo, es que lo que más puede afectarnos son nuestros propios pensamientos y emociones. Así mismo, se ha observado que cuando una alteración del patrón energético es muy intensa o perdura demasiado tiempo puede llegar a desencadenar una disfunción a nivel fisiológico (un síntoma o una enfermedad). De esto es fácil deducir que la energía se podría interpretar como una especie de puente entre emociones y fisiología. Apasionante, porque nos encontramos un plano desde el que es posible reconocer nuestro estado psico-emocional y a partir del cual podemos –estimulando o drenando– controlar el flujo de energía para que nuestro organismo (el conjunto de instrumentos de la orquesta) recupere el equilibrio.

Ventajas de actuar sobre el campo energético

Las ventajas son muchas: si logramos a través de la lectura del campo electromagnético, anticiparnos a la enfermedad, siempre será más sencillo corregir una alteración energética que un síntoma físico. Siguiendo esta premisa, una terapia de este tipo, podría evitar el sufrimiento asociado a la pérdida de la salud. Otro factor muy a tener en cuenta es que los tratamientos son por lo general no invasivos, indoloros y sin apenas contraindicaciones o efectos secundarios. Además, cualquier enfermedad, aunque termine manifestándose de formas muy diferentes, tiene una serie de factores comunes (sistema inmune debilitado, desequilibrio del sistema nervioso autónomo simpático/parasimpático, disfunciones en el sistema circulatorio, sistema linfático, presencia de toxinas y patógenos, etc.). Esto hace que la intervención sobre el campo de energía sea eficaz en el tratamiento de casi cualquier patología porque actúa a nivel sistémico.

En definitiva, la energía abre el horizonte a una nueva forma de abordar la salud. Con seguridad, eficacia e incluso reforzando y optimizando otros tratamientos convencionales. Y aún queda mucho por descubrir –¡bienvenidos al siglo XXI!.

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